Rocío García y el tríptico ¨¿Quién eres?, ¿Batman? No, soy un leopardo¨

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4 min readAug 28, 2021

Por: Miguel Ángel Cancino

¿Quién eres?, ¿Batman? No, soy un leopardo

Rocío García de la Nuez (1955) es una virtuosa pintora cubana loada tanto en el panorama nacional como en el universal. El tríptico ¿Quién eres?, ¿Batman? No, soy un leopardo (1998), se encuentra inmerso en un escenario histórico contextual complejo en el cual discurren todas las problemáticas acusadas por el período especial en los diversos sectores sociales de la Isla. A su vez, esta obra se despliega en el preámbulo de un nuevo siglo, cuyas tendencias y propuestas ideológicas permearían el manifestar creativo.

Se podría partir desde la innata ambigüedad sugerida en el título, cuya conformación sintáctico-estructural sugiere múltiples formas de asimilación e interpretación. Excitar el cuestionamiento en el receptor, extender los límites perceptivos, adentrarse en un espacio pictórico polisemántico donde una narrativa sugerida pero no determinada permea lo relatado, parecen ser algunas de las premisas medulares de la plástica de esta artista.

El discurso pictórico de Rocío es reflexivo; exiguos elementos formales y un máximo de intensidad narrativa, abordan el espacio configurativo de la obra. En su poética plástica, deudora de los códigos del Pop Art como movimiento artístico y la influencia de los Comics, fluyen representaciones dialógicas sintéticas, donde el pigmento puro y sugestivo abarca y se expande sobre el lienzo, instaurando una particular realidad plástica. La relación cromática, allende su valor formal, se desplaza en una vertiente connotativa, donde suele diagramar intensas cargas dramáticas o sensaciones. Su proposición artística detalla un ir a lo recóndito, a las esencias insondables del ser humano. Sus efigies, recurrentemente metamorfoseadas, vocean un espacio introspectivo otro, ignoto, muy apegado a la naturaleza animal humana.

Al instalar ¿Quién eres?, ¿Batman? No, soy un leopardo (1998) en su escenario contextual, hallamos diversas interrogantes sobre la imbricación de esta pieza con la dinámica social imperante en la Isla. ¿Homoerotismo? ¿Relaciones de poder? Pueden ser algunos de los parajes escabrosos por los que deambula grávidamente la propuesta creativa de esta creadora. Indudablemente, el cuestionamiento de la sexualidad y del conformar del ser, se halla explícito desde la articulación del propio título. Al cavilar el tríptico de forma narrativa consecutiva, se advierte cómo las dos primeras efigies se muestran con una particular postura acogida: la primera desde un ensimismamiento patentado por unos brazos que cubren los genitales y un antifaz que reserva el rostro, y la segunda constituida con los brazos atados y un reflejo que se resguarda el sexo. La última escena del tríptico la posee una representación, cuya conformación emula una deliberada libertad reforzada por el develamiento y erección del genital. Cierta narrativa sugerida y estimulada, disponiendo metáforas pictóricas, se pudiesen hallar en esta perspicaz propuesta plástica. Es menester de mención el uso del espejo en los sucesos del tríptico, primeramente, como nexo habitual en los lienzos; luego, como componente simbólico, ergo se presenta como eslabón cardinal para inquirir el discurso expuesto por la artista e, íntimamente con la obra, se imbrica con los cuestionamientos sexuales humanos que esta quiere manifestar.

Desde pretéritos tiempos el acto pictórico en su manifestar expresivo ha sido el vehículo mediante el cual el artista exorciza el paroxismo de emociones e ideas. Los entornos inhabituales dominados por entes quiméricos, como los exhibidos en ¿Quién eres?, ¿Batman? No, soy un leopardo (1998), generan un particular efecto de extrañamiento en el proceso perceptivo del espectador, el cual, en su función interpretativa, deconstruye la obra para indagar sobre esta, generando diversas significaciones ajenas a preconcepciones tradicionales establecidas. El receptor como interpretante, como ese eslabón ulterior que concatena hechos y significa la obra, ergo, si bien el artista en su necesidad de expresar dota a la pieza de una propia significación, el receptor despliega sobre esta, como diría Gadamer, su propio horizonte de expectativas, germinando nuevas significaciones deudoras de la realidad subjetiva del interpretante. En este conjunto pictórico de matiz enigmático, se concibe una latente tensión dramática y escénica entre los sistemas significantes que, lejos de su representación convencional, se transmutan y profesan una realidad otra.

Según Gadamer, toda exégesis de una obra de otros tiempos reside en un diálogo entre el pasado y el presente. Si bien esta pieza fue asaz polémica en su etapa inaugural, su ímpetu sedicioso se ha ido diluyendo en el discurrir del nuevo siglo, cuyas propias lógicas narrativas han suscitado una visión más templada de temáticas como la homoerótica. Las intenciones del autor nunca extinguen el significado de una obra. A medida que la pieza pasa de contexto en contexto, cultural o histórico, se pueden extraer de ella nuevos significados quizá nunca previstos ni por el autor ni por el público lector de su época.

Pulsiones libidinosas sugeridas recorren el lienzo hendiendo hasta al más absorto receptor. Los lienzos de Rocío son investigaciones sobre la tortura, el sadismo, la pulsión de los resortes del subconsciente; recurrentes veces son mensajes inefables, presentados con astucia denunciatoria en la palestra exposicional. Una propuesta poseedora de una atmósfera tensa en tiempos donde el impacto sensorio se ha convertido en un parámetro de peso al valorar un texto artístico.

Más allá del erotismo y sus posibles connotaciones, su obra recaba en lo que la palabra libertad significa. Tras la desfachatez del cuerpo y la lucha sexual laten intensos dramas, gravitantes en torno a la represión de la identidad personal. Mantenerse fiel al oficio pictórico es uno de los caminos más difíciles por el que puede optar el creador. Si bien muchas de sus piezas se encuentran nucleadas en el derredor de diferentes tópicos como el sexual, no podemos alienarnos del diverso abanico de matices con los cuales platica.

Publicado en EVERYTHING INCLUDED

Bibliografía

Barthes, Roland. El placer del texto.

Beuchot, Mauricio. Perfiles esenciales de la hermenéutica.

Eagleton, Terry. Una introducción a la teoría literaria: Hermenéutica y Teoría de la Recepción. Ed. Basil Blackwell Publishers Limited. México, 1988.

Eco, Umberto. Intentio lectoris. Apuntes sobre la semiótica de la recepción.

Gadamer, Hans-Georg. Verdad y Método II. Ed. Sígueme. Salamanca, 1998.

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